Zaragoza, 9 de abril de 2014
Aragón Digital, 9 de abril de 2014 :
Dicen las voces oficiales, en las últimas
semanas, con insistencia, que la recuperación económica ha comenzado, porque
las cifras de desempleo habrían descendido y porque España y Aragón van a
crecer, en 2014, por primera vez en los últimos años, más del 1%.
Sin embargo, la percepción de los
ciudadanos sobre la realidad económica de cada día es bien distinta, y los
empresarios, en recientes encuestas, han manifestado que todavía perciben que
la economía aún se encuentra estancada.
A quién de las dos partes deberíamos
creer? Pues la respuesta en nuestra opinión, aun manteniendo nuestro permanente
optimismo existencial y nuestra creencia en las bondades del ser humano, debe
ser que son los ciudadanos y los empresarios los que tienen razón.
España y Aragón es posible que hayan
tocado fondo, pero de este fondo al que se ha llegado no se vislumbran señales
claras y definitivas de que se esté comenzando a salir de él
Como ha señalado el Fondo Monetario
Internacional (tantas veces discutibles sus recetas y propuestas neoliberales
tantas veces), existe un claro riesgo de deflación en Europa y en España, de
modo que una caída continua de los precios provoca un estancamiento económico.
Nuestra actividad económica se ha
contraído tanto, con una inversión pública casi nula, una política nefasta de
recortes generalizados en todos los servicios públicos básicos (educación,
sanidad, infraestructuras, servicios sociales) y una actitud de favorecimiento
y encubrimiento de las atrocidades cometidas por los bancos y cajas de ahorros,
que a la vez ha ahogado el crédito de las familias, empresas y PYMEs, que a no
ser que se produzca un cambio radical en la política económica, corremos el
riesgo de continuar estancados muchos años.
La solución a ello, en Aragón y en España,
en mi opinión, como lo venimos repitiendo una y otra vez en distintos artículos
e intervenciones públicas, debe pasar por una vuelta a las políticas
keynesianas, de inversión pública en infraestructuras (nuevas y en conservación
de las existentes), educación, sanidad, investigación y servicios públicos, y
en un apoyo decidido por parte de la Administración a las pequeñas y medianas
empresas y a los autónomos, favoreciendo la inversión, y también que vuelva a
fluir el crédito en empresas y en familias
Sólo de ese modo volveremos a nuestras
sendas de otros tiempos de crecimiento económico, pero esta vez, debe ser un
crecimiento sano, diversificado, que no sólo se fundamente en un sector
(inmobiliario, como hace una década, que se tiene que recuperar, pero que debe
ser un sector más), sino en otros muchos, como las nuevas tecnologías, las
energías renovables y el sector servicios.
Y si para ello es preciso que nuestras
autoridades, estatales y autonómicas, digan “basta ya” a las políticas de
ajuste y recorte que vienen impuestas de Europa y el FMI, y que toda la deuda
existente que no sea atribuible a la ciudadanía, sino a los errores de algunos
políticos y banqueros, que se negocie con seriedad una cancelación o una
moratoria.
Y con esos nuevos fondos que se recuperen,
poder invertirlos en estimular la economía.
Sólo así recuperaremos nuestro nivel de
bienestar y nuestros hijos y las futuras generaciones podrán sentirse seguros
del mantenimiento por muchos años del modelo social europeo de economía social
y de mercado.
Pero si tenemos ahora a unos políticos que
frente al desafío independentista catalán reaccionan reuniéndose continuamente
y brindando con quienes quieren provocar la ruptura de la unidad democrática y
constitucional de España (que aprobaron masivamente los mismos catalanes en
1978), poco se puede esperar de ellos en nuestro enorme desafío que tenemos de
salir definitivamente de esta crisis.
Son precisas nuevas políticas y nuevas
caras en todos los lugares y puestos de responsabilidad, y volver a ese enfoque
de Estado y estratégico que tuvieron nuestros padres de la transición, de los
que tanto se habla estos días.