Zaragoza, 17 de octubre de 2013
Aragón Digital, 18 de octubre de 2013:
Se habla constantemente en Aragón y en
España sobre el momento en que técnicamente puede decirse que hemos o que
habremos salido de la recesión: el Gobierno afirma que como este año se ha
destruido menos empleo y el crecimiento económico es de una décima, ya no
existiría recesión.
Los
expertos afirman que es precisa una creación neta de empleo para que podamos
estar en presencia ya de un cambio notable en el ciclo económico.
Al margen de quién pueda tener razón en
términos económicos, lo cierto es que en España seguimos teniendo casi 6
millones de parados (y en Aragón cerca de 130.000) y que hasta 2018 no se
espera una creación de empleo neto y un crecimiento de más de un punto.
¿Debemos resignarnos ante esta realidad?
Mi opinión sincera es que no, y les
propongo un decálogo de ideas para poder adelantar 2018 a mucho tiempo antes.
La primera, considero que España debería
negociar su deuda pública y privada con las instituciones prestatarias y
posponer su pago, en una especie de moratoria. El Gobierno debería ser tajante
y valiente en este punto, pues liberaría decenas de miles de euros de recursos
públicos para poder ser destinados a otros fines mucho más productivos.
La segunda idea sería la reactivación
económica con un plan de inyección real y directa de varias decenas de miles de
euros a las PYMEs y autónomos, que son el alma y el corazón económico de este
país, para asegurar su liquidez y permitir que se mantenga la actividad y el
empleo.
Una tercera sería un plan de incentivación
real en la contratación, con bonificaciones a las pequeñas y medianas empresas,
tanto a las nuevas como a las ya existentes, en las cuotas a la Seguridad
Social, al igual que una rebaja general de cuotas de autónomos mientras
permanezca la situación de crisis.
En cuarto lugar, incentivar la inversión
pública en infraestructuras para reactivar keynesiamente este sector económico.
Invertir también en nuevas tecnologías de
la información, con un plan también de extensión a toda la población.
La sexta idea sería inversión en educación
e investigación, pues un país moderno debe aumentar , y no disminuir, en este
punto.
En séptimo lugar, con el fin de incentivar
la vuelta a España de los cientos de miles de jóvenes que han emigrado en estos
tres últimos años, un plan de recuperación de cerebros y personal cualificado,
con una estabilidad laboral en empresas y administraciones y centros de
investigación, de modo que se valore a la gente con talento.
En séptimo lugar, apostar con decisión por
el medio ambiente y las energías renovables, con un plan de desarrollo de este
tipo de energías y de la recuperación y limpieza de los montes.
Unido a lo anterior, un plan de empleo
local donde los mismos municipios puedan contratar a cientos de miles de
personas en la limpieza de montes, de riberas y otro tipo de tareas
medioambientales y sociales.
En noveno lugar, un impulso al sector
servicios y de los cuidadores de personas mayores y de niños, para incentivar
la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, pero con una idea
totalmente diferencia a la de la malograda ley de dependencia, e incentivando
directamente a las personas que trabajan en el empleo doméstico.
Finalmente, desde los poderes públicos,
impulsando la marca “España” (y en Aragón, la marca “Aragón”), con una campaña
en Europa y en el mundo para recuperar el prestigio perdido.
Con aproximadamente 40.000 ó 50.000
millones de euros que se ahorrarían con la moratoria en el pago de la deuda, se
crearían así muchos cientos de miles de puestos de trabajo.
Es posible lograrlo, pero es preciso un
cambio radical en el modo de enfocar las políticas públicas en Aragón y en
España.